¡Feliz Pascua 2020!

La Pascua es el anuncio de la resurrección de Jesús de Nazaret de la muerte, es el grito que Él quiere que resuene en el ánimo de cada uno de nosotros; la afirmación de la positividad del ser de las cosas, de la razonabilidad última que reconoce que lo que nace no viene al mundo para ser destruido, para terminar en la nada, en el polvo, en el vacío.

Recibimos este mensaje: Dios ha venido entre nosotros y, al resurgir de la muerte, libera nuestro corazón de la tristeza que lo oprime. ¿A qué se debe esta tristeza que llevamos encima, entretejida en la profundidad de nuestro ser? Al hecho de que todo muere, como la flor en el balcón de invierno, como muchos hermanos en la terrible pandemia que estamos viviendo.

Cristo muerto y resucitado es la razón de la esperanza que vence la tristeza del mundo. Es, por tanto, la razón de todo nuevo inicio, la certeza de la positividad y bondad última de las cosas: lo que amamos no lo perderemos jamás.

Al hacerse hombre y participar de nuestra muerte, Dios ha hecho posible el cambio, tan invocado como imposible de realizar por parte de un hombre: “Mándanos, oh padre Zeus, el milagro de un cambio”, clamaba el antiguo poeta griego Simónides de Ceos en el siglo VI antes de Cristo.

Desde el día en que Pedro y Juan encontraron el sepulcro vacío y Le vieron después resucitado y vivo en medio de ellos, todo puede cambiar. Desde entonces y para siempre un hombre puede cambiar, puede vivir, revivir. Además, si la vida no es resurrección, es un deslizarse lento, inexorable y triste hacia la muerte, la nada, el vacío.

Christus surexit, sicut dixit, alleluia! Feliz Pascua 2020.                             

                                                                                                                                             Gianfranco Amato